
Con el afán de captar el mercado estadounidense, la primera serie contó con apenas cinco episodios, transmitidos a través de Spike TV para el territorio norteamericano, incluido Canadá, así como un release posterior en formato DVD. El éxito fue aceptable, y en los albores de 2009, la fórmula se repite con una continuación más decorosa, si tomamos en cuenta que superar las primeras emisiones no significa un reto insuperable.
Luego de haber vengado el asesinato de su padre, Afro se mantiene en estado pasivo hasta que el llamado del destino, contagiado por los ríos de sangre y un tormentoso pasado, invoca nuevamente la incansable travesía convertirse en el número uno del orbe. El enemigo, en esta ocasión, se vale de alquimia biotecnológica para crear un samurai autómata, que pulverice al artífice de tanta muerte y desolación. La situación adquiere tintes personales una vez que Sio, femme fatale, le recuerda a Afro el porqué de su odio y rencor hacia su persona. Condimenta su revancha con restos óseos, suficientes para adquirir ADN y moldear, con soporte científico, un cyborg a imagen y semejanza del padre vengado. El protocolo es claro: sólo quien posea la cinta con el título del segundo mejor del mundo tiene derecho de reclamar el primer sitio.
Resurrection termina por declinar en algún otro sustantivo menos ambicioso. La narrativa se mantiene tan lineal y predecible como de costumbre, si bien es cierto que se explota el flashback como recurso dominante, la sensación plana de las OVA's anteriores prevalece. Eso sí, el acero revienta cualquier hueso, músculo o tejido que se le atraviese; la nitidez en las secuencias de acción mejora en un 100%, sin olvidar la incursión de CGI's del más alto nivel. No obstante, por más remozo que pretenda pulir las fisuras previas, Afro Samurai está condenado a la sombra de Samurai X, Samurai Champloo y Ghost Dog, sus predecesoras inmediatas y fuentes básicas de inspiración audiovisual. Lo cierto es que la franquicia producida por el actor Samuel L. Jackson no se distingue por su originalidad, a pesar de contar con la base original del mangaka Takashi Okosaki.
Vivo ejemplo de que más sangre, más violencia y una villana hyperhot no bastan para enmendar lo que desde su inicio produjo un tufo insípido, cierto, que cumple la función primaria de entretenimiento, pero hasta ahí, no da para más. Recomendada para un fin de semana cualquiera, palomitas de maíz, refresco en lata y una bata quirúrgica, por aquello del salpicadero en la carnicería. Si optan por condensar lo mejor de ésta producción, expandan su modular con extrabass y disfruten del soundrack, genialidad de The RZA.
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